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jueves, 8 de marzo de 2012

El perdón

Quien no es capaz de perdonar, mantiene viva y fresca sus heridas. Olvidar el agravio hace bien a tu alma, pues al hacerlo se borran automáticamente los daños. Es como si borraras una frase hiriente en la página de tu alma y la dejaras limpia para escribir una frase de amor. Si eres incapaz de perdonar a los demás serás incapaz de perdonarte a ti mismo, cuando cometas un error. Recuerda que errar es de humanos como dijeron los griegos. Herir también es de humanos. Perdonar a los demás es perdonar que sean de carne y hueso y por ende imperfectos. Perdona a la vida por sus golpes, heridas y tempestades. Como perdonan al tempestuoso mar los navegantes. Di a los cuatro vientos: Te perdono mar tus tempestades a cambio de tus mareas floridas. Te perdono vida las espinas a cambio del perfume de tus flores. La magia de perdonar consiste en demostrar a otros que no te han herido de muerte, que tu alma está por encima de agravios y ataques mundanos. Que nada puede perturbar la fuente apacible de tu ser y que ningún agravio es capaz de borrar tu sonrisa y tu dicha existencial. Cuando encuentres a quien te ofendió, actúa como si no recordaras nada y empieza de nuevo. Expresar perdón y caridad a los demás ilumina la magia de tu existencia. Limpia tu vaso de de amargura y vierte en él la miel de la vida.

martes, 14 de febrero de 2012

Paulo Coelho

Dicen que a lo largo de nuestra vida tenemos dos grandes amores; uno con el que te casas o vives para siempre, puede que el padre o la madre de tus hijos... Esa persona con la que consigues la compenetración máxima para estar el resto de tu vida junto a ella...
Y dicen que hay un segundo gran amor, una persona que perderéis siempre. Alguien con quien naciste conectado, tan conectado que las fuerzas de la química escapan a la razón y os impedirán,siempre, alcanzar un final feliz. Hasta que cierto día dejareis de intentarlo…Os rendiréis y buscaréis a esa otra persona que acabaréis encontrando.
Pero os aseguro que no pasaréis una sola noche, sin necesitar otro beso suyo, o tan siquiera discutir una vez más...
Todos sabéis de qué estoy hablando, porque mientras estabais leyendo esto, os ha venido su nombre a la cabeza.
Os librareis de él o de ella, dejaréis de sufrir, conseguiréis encontrar la paz (le sustituiréis por la calma), pero os aseguro que no pasará un día en que deseéis que estuviera aquí para perturbaros.
Porque, a veces, se desprende más energía discutiendo con alguien a quien amas, que haciendo el amor con alguien a quien aprecias.

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