Si me caigo, ayúdame a levantar de nuevo

Si me caigo, no te caigas conmigo, ayúdame a levantar.
A veces la vida te da mil motivos para llorar y uno sólo para sonreír...

Pienso que ese solo motivo debe servir por mil y una razón para seguir sonriendo hasta que te falten ganas...hasta que esa lágrima que no deseas vuelva a resbalar por tu mejilla...Pero entonces así sabrás que detrás de esa lágrima se esconde una sonrisa...la cual hay que aprovecharla al máximo porque nunca sabes cuándo dejara de brillar...

Pero lo importante no es sonreír o dejar de hacerlo...Lo más importante son las personas que hacen que llores o por el contrario sequen tus lágrimas... Esas personas son las que realmente formarán parte de tu corazón durante muchos años, o quizás para siempre. Personas que sabes que estarán si las necesitas, personas que te harán llorar de alegría...que te harán reír hasta que duela la mandíbula... Personas que no necesitan jurar fidelidad eterna para saber que la tendrás. Aquellas que te verán caer y te ayudarán a levantarte...que te verán sonreír y sonreirán contigo...que te verán llorar y lo único importante en ese momento es verte sonreír...verte ser aquella chica feliz que compartía momentos y risas a cualquier hora del día.

Porque una palabra no basta para hacer llorar pero sí para hacer sonreír.

No vivimos para recordar los momentos malos, vivimos para que cada día sea uno más en nuestro calendario, para que ese día que tachamos en él nos sirva para que nuestra sonrisa valga más la pena, para que esa sonrisa se la dediquemos a las personas que verdaderamente valen la pena.

Por eso, no me importa llorar si sé que tras aquella cara triste se esconde una persona que lo da todo para devolverte la alegría. Llorar no es de cobardes. Llorar es demostrar que realmente sabemos qué es llorar. Y lo sabemos porque hemos sonreído. Siempre sonreiremos porque hay personas que nos ayudan a hacerlo.

Llorar es ser feliz, sonreír es saber llorar.